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lunes, 9 de febrero de 2015

adiós, don Ricardo

El jueves pasado leía en las redes sociales que el profesor y decano de la Facultad de Letras Ricardo Senabre nos dejaba. Es de esas noticias que te dejan helado. Acuden de pronto tantos recuerdos a la mente... Cuando era alumno y cuando ya no lo era tanto. Escuchar una clase de Senabre era ahorrarte años de trabajo en la biblioteca. Ver cómo analizaba un poema surrealista de Alberti te dejaba boquiabierto de asombro. Cómo nos formó para transmitir esos valores y conocimientos es impagable, al margen de su humor sarcástico, su ejemplo moral, su cercanía afectuosa... Qué pedagogía usó para ampliar nuestra capacidad crítica de la realidad es un misterio, pero sin duda ha marcado con su presencia nuestras vidas. En esta tierra, donde su labor fue tan generosa y fecunda, le echaremos mucho de menos.

Cuando en 2008 le pedí un prólogo para el libro de poemas que iban a publicarme en El Gaviero, no dudó un instante en ofrecerse y trabajar en ello incluso en vacaciones, para terminarlo en unas dos semanas. Como así fue. Yo creo que nos seguía viendo como cuando éramos alumnos suyos: a mí, Alonso Guerrrero, Samino, Mª José Flores y el resto de aquel grupo rebelde, que no asistía a clase y se pasaba el día robando libros en Bujaco, Quevedo, Vicente, porque éramos pobres y vivíamos como bohemios en París en aquel Cáceres de los 80. Se marcha Senabre y se va un poco un símbolo importante de nuestra juventud. Feliz noche eterna, querido príncipe.

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