Buscar este blog

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cuaderno de Lisboa

7 Marzo 2009

PEDAGOGIA E TERAPIA

A poesia experimental pressupõe – pela composição, pelo conceito, pela expressão – um espaço de liberdade, principalmente pela mensagem directa, um compromisso filosófico e social, em numerosos casos. Esta poesia avisa constantemente em relação ao perigo da alienação, da clonagem mental, de tudo aquilo que, em suma, reduz a diversidade do pensamento e a acção crítica do indivíduo.
Segundo a tradição, a poesia é arte e a arte, artifício, mas neste âmbito específico Arte e Vida não são entidades antagónicas, são zonas comuns, em contacto. Deste modo, não há retórica. Longe de vanguardas ou de modas acidentais, o poema elabora a sua própria linguagem. Estabelece um método. Escapa às leis do mercado. O poema é uma pedrada, uma carícia, um pensamento. Quem sabe. A minha obra experimental é atravessada por uma espécie de existencialismo lírico: Deus como possibilidade, a morte como realidade (e daí talvez o humor negro). E encerra uma crítica para com a sociedade protocapitalista do século XXI, possuída por esta racionalidade tecnocientífica que, impondo o anjo do progresso, se converteu numa ameaça para o equilíbrio dos ciclos naturais. Como escreve Júlia Otxoa, o amanhecer será vendido como um pedaço de ruína.
Actualmente, a função da arte é servir de veículo de propaganda, de fio condutor do pensamento único. Será possível uma arte não mercantil, comprometida, solidária, anti-mediática, que realmente se manifeste contra a telelixo? Será possível hoje um movimento fluxus, a poesia experimental e cénica de Joan Brossa, a obra chamânica e radical de Joseph Beuys? É possível ainda o poeta como curandeiro ou como mestre zen, com a sua metafísica, que restitua novamente o vínculo com a Natureza (o sal sobre a gordura, a gema submergida no vinho doce, as batatas no chão, e as cebolas, os potes cheios de azeite, os secadores de tabaco…)? Isto é descrito como apriorismo do sujeito transcendental. E oferece uma terapia.
Mas é preciso mudar de atitude, não colaborar com o inimigo. Como diz Abelda, a arte não deve ser instrumentalizada -e a poesia ainda menos- para dar um verniz cultural à destruição, para sermos, em última análise, cúmplices do desastre. Analisou-se com rigor a função reveladora da poesia, mas o seu aspecto social não é menos importante. Porque a poesia política também inventa um mistério. A poesia experimental tem-se mantido sempre beligerante, na linha da frente, a favor da justiça. Muitos exemplos poderiam ilustrar isto. O caminho que será preciso seguir então é recuperar, sem incorrer na superficialidade nem no dogmatismo, a base pedagógica da poesia, a sua capacidade de transformação e de gerar estados de consciência cujo alcance, por sorte, não foi previsto.
E, naturalmente, procurar, seguindo o dictum de J. M. Iglesias, a unidade fundo-forma, a riqueza semântica que propõe – amiúde através da matéria – esta via de expressão. Valorizar que a técnica permutativa de Cirlot ou a perfuração do livro objecto de Francisco Pino, por exemplo, tenham contribuído para a construção, ou desconstrução, da nova poesia contemporânea.
Traducción: María Luisa Leal
Profesora Lengua Portuguesa
Universidad de Extremadura






UN RUIDO SECRETO

A este código de lo secreto que emana de las paredes de esta sala ha llegado el acaso más penitente de todos los poetas plásticos extremeños. Él mismo nos lo recuerda en Fuga/cruz subrayando con su nombre el camino inciático en la identificación de la poesía con la vida, la metáfora de la carretera como devenir absoluto, como corriente vital que ahora se ha detenido, se ha congelado nuevamente, para reflexionar sobre el otro sentido de la fuga hacia uno mismo, donde se encontrará más tarde fijado a un lienzo blanco.
No creo en las casualidades, y me consta que Juan Manuel y esta galería se debían el reconocimiento y el diálogo amoroso que espacio y artista han sabido construir, tan sutilmente, para esta ocasión. No hay casualidad en la búsqueda arqueológica que Juan Manuel lleva a cabo cuando interroga el espacio en pos de un centro vertebrador, del signo que justifique la necesidad del artista de recomponer con nuevos signos la simbología de la Huella del Tiempo, de él mismo en él mismo.
A nadie pasa desapercibido que es algo más que espacio intervenido: desde ella se nos proyecta la historia personal de la vocación de luz de Barrado niño, a la vocación poética de Barrado adulto, peregrino especialmente dotado, en busca de su bautismo inciático, de su otra vez niño bautismal, niño consagrado. De ahí la necesidad de una instalación como El caminante, la purificación como primer signo que permite la entrada, el salvoconducto que, acaso en nuestro mundo de la razón, se haya perdido. Así el poema objeto Huellas se muestra, por encima de sus cualidades plásticas innnegables, como el salvoconducto, la materialización del segundo paso, de la segunda estación que da acceso al lego al diálogo con el continente y con el contenido. La pieza que permite establecer el nexo entre lo profano y lo sagrado, entre lo desconocido y el visitante que así se inicia, purificándose, en los misterios del lenguaje secreto y silencioso de los objetos.
Es decir, un continente de silencio, esa extraña música totalmente ajena a nuestras vidas desorbitadas. Nos marca, si prestamos atención, ritmo al corazón, a la respiración; y aquí llegamos a otra de las constantes del universo poético de Juan Manuel Barrado, que es el silencio del ritmo respirado, y así nos lo señala el mismo poeta si nos enfrentamos a su LLuvia más allá del olvido, auténtica metáfora zen con regusto a Duchamp, “A bruit secret”, diálogo de texturas donde frente al resto de sus poemas objetos, el negro ha absorbido la luz que antes se nos ha derrochado a raudales, que ha roto con el ruido al romper las cuerdas de la guitarra, con las cuerdas de la vida, y se ha instalado en el propio espacio vacío de la sala para ser ruido secreto, luz aspirada.
Juanma Barrado, entonces, se nos muestra como rastreador de los laberintos del significado que ha sabido registrar, descodificar, ampliar y volver a ocultar en un ejercicio de lectura reversible. Sus signos, que se ofrecen así, doblemente conjugados -una vez más- a nuestra contemplación, inquietantes y misteriosos, vienen así a arropar una invitación, y volver allí a reiniciar el viejo rito iniciático del alumbramiento. El lenguaje hacia la luz se llama, y no sin razón, pues la invitación que se nos hace es la invitación mística de llegar con más luz a la luz, con la luz de nuestro conocimiento a alumbrar la luz del conocimiento que emana de cada uno de sus poemas objeto y la totalidad del conjunto que se nos muestra; poemas objeto y rastros instalados que componen el conjunto de la exposición de Barrado. Lenguaje de la luz en un recinto de luz. ¿Cabe mejor y silencioso diálogo?

Texto para el catálogo.Sala El Brocense. Cáceres, 2004

Antonio Orihuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario